“Estos momentos en vivo muestran al artista tal y como es, a la música tal y como suena”, dice Aldo Rodríguez sobre su álbum nominado a la Feria Internacional de la Música Cubadisco 2025 en la categoría de Solista Concertante. Producido por Rafael Guedes para Bis Music, el disco captura actuaciones históricas del guitarrista junto a figuras como Chucho Valdés o el director de orquesta, compositor y violinista Tomás Fortín.

Rodríguez concibió este proyecto como “un viaje en el tiempo” por momentos cumbres de su carrera. Desde el Concierto de Aranjuez con Chucho Valdés (en versión jazzística) hasta obras de Villa-Lobos y Castelnuovo-Tedesco con la Sinfónica Nacional, el álbum preserva actuaciones sin edición: “Salieron sin retoques, sin ocultar nada”. Se destacan colaboraciones con Ileana Morales (Introducción y Fandango) y el emotivo registro de Fortín dirigiendo.

“Rodríguez concibió este proyecto como ‘un viaje en el tiempo’ por momentos cumbres de su carrera”.

El disco incluye piezas emblemáticas como “Estudio No.12 de Villa-Lobos”, “Concierto en Re Mayor (Castelnuovo-Tedesco)” completo con la Sinfónica, “Concierto de Aranjuez – Adagio” con Valdés e Irakere e “Introducción y Fandango con Morales”. “Tocar el Estudio No.12 y el No.2 de Villa-Lobos consecutivos es un tour de forcé”, admite el guitarrista, quien ha demostrado a lo largo de su carrera una versatilidad inherente al transitar de lo clásico a lo popular con naturalidad cubana.

Formado con Isaac Nicola y Marta Cuervo en el ISA, Rodríguez acumula premios en Hungría (1979), Venezuela y el Concurso de Guitarra de La Habana (1982). Su álbum De Bach a Brouwer ya ganó el Cubadisco 2002. Como pedagogo, ha enseñado desde Holguín hasta Cartagena de Indias, manteniendo siempre “esa esencia pura de la guitarra” que elogiaba María Luisa Anido.

Grabado por la sonidista Sonia Pérez, En vivo requirió “un trabajo serio de homologación de timbres” para unificar registros de diferentes épocas y escenarios. Rodríguez destaca cómo la versión de Aranjuez con Valdés “se salió de la escuela para improvisar”, creando un híbrido único entre lo académico y lo popular.

“‘Soy un producto de mi país’, reflexiona el artista, para quien esta nominación corona ‘momentos hermosos compartidos con maestros irrepetibles’”.

“Interpretar el Concierto N.1 en Re Mayor completo en vivo fue uno de los retos más grandes de mi carrera”, confiesa Rodríguez. “Cada movimiento —desde el Allegretto hasta el Rítmico e Cavalleroso— exige un cambio completo de técnica y expresión”. El guitarrista recuerda especialmente el segundo movimiento (Andantino Alla Romanza), donde debía mantener un diálogo sutil con los violines de la Sinfónica bajo la dirección de Fortín.

Rodríguez destaca cómo “Introducción y Fandango” con Ileana Morales muestra su vertiente más folclórica: “Es mi lado menos académico, donde la guitarra habla con acento cubano”. La pieza, grabada en un pequeño teatro, captura la intimidad del dúo sin micrófonos sofisticados.

“Soy un producto de mi país”, reflexiona el artista, para quien esta nominación corona “momentos hermosos compartidos con maestros irrepetibles”. Más que un simple álbum en vivo, este trabajo es un documento histórico que captura el diálogo entre la guitarra concertante y lo mejor de la música cubana.

“Cada pieza en este disco representa un momento culminante: desde su primer concurso internacional hasta aquel festival donde compartió escenario con los grandes del jazz cubano”.

Elegir las obras fue como revivir mi vida musical, confiesa Aldo Rodríguez. Cada pieza en este disco representa un momento culminante: desde su primer concurso internacional hasta aquel festival donde compartió escenario con los grandes del jazz cubano.

Asimismo, el guitarrista reconoce el valor de lo imperfecto y por eso su decisión de no editar las grabaciones no fue al azar: Los pequeños “errores” en vivo son en realidad huellas de humanidad. En Estudio No.12 de Villa-Lobos, por ejemplo, se escucha la respiración del instrumentista entre los pasajes más difíciles, y eso es parte de la verdad del concierto.

Este disco demuestra que un concertista puede ser fiel a la tradición sin renunciar a la experimentación. “Cuando toco música china, sigo siendo un cubano tocando”, afirma Rodríguez, resumiendo la filosofía de un disco donde conviven Villa-Lobos y jazz, fandangos y sinfonías, siempre con ese sello inconfundible que ahora el Cubadisco reconoce. Un testimonio sonoro de que la autenticidad, al final, siempre triunfa.